Un macroestudio sobre los efectos en la salud del calentamiento global avisa del riesgo de brotes de dengue, chikungunya y zika también en los países desarrollados.
(23-10-2021). Desde 2016 un grupo de instituciones internacionales e investigadores analizan cada año el impacto del cambio climático en la salud global. Lo miden a través de 44 indicadores. Todos están empeorando, concluye la última edición de este estudio —The Lancet Countdown— que se difunde este jueves. Entre los peligros que se han detectado está el del aumento de la incidencia de determinadas enfermedades infecciosas vinculadas históricamente a los climas tropicales. “Aunque el desarrollo socioeconómico, las intervenciones de salud pública y los avances en medicina han reducido la carga mundial de la transmisión de enfermedades infecciosas, el cambio climático podría socavar los esfuerzos de erradicación”, advierten los científicos.
El estudio señala que la “posibilidad de que surjan brotes de dengue, chikungunya y zika es cada vez mayor en países con un índice de desarrollo humano muy alto, incluidos los países europeos”. “La posibilidad de que surjan infecciones por malaria está aumentando en las zonas montañosas más frías de los países que cuentan con un índice de desarrollo humano bajo”, señalan los expertos. Además, “las costas del norte de Europa y de los EE UU se están volviendo más propicias para generar las bacterias que producen gastroenteritis, infecciones graves de heridas y sepsis”. Y, en los países con recursos más limitados, el cambio climático “pone en riesgo décadas de progreso hacia el control o la eliminación de estas enfermedades”.
En definitiva, “no hay nadie a salvo”, como indica Marina Romanello, la investigadora que coordina el estudio. “Afecta a gente alrededor de todo el mundo”, añade esta especialista en ciencias biomédicas. Para el doctor Anthony Costello, el director ejecutivo de The Lancet Countdown, este informe supone “un código rojo” sobre la futura salud planetaria.
El estudio llega a menos de dos semanas del inicio de la cumbre del clima de Glasgow (la denominada COP26), que se celebrará en la ciudad escocesa durante las dos primeras semanas de noviembre. Coincidiendo con su publicación, la revista médica británica The Lancet ha difundido un editorial en el que apunta a la COP26 como “la última y la mejor oportunidad para restablecer el camino para alcanzar las emisiones netas cero de dióxido de carbono mundiales de aquí a 2050″. “El interés público en el cambio climático es más alto que nunca, en parte debido a la participación y el activismo de los jóvenes a nivel mundial”, añade este editorial. “Esta debe ser la COP de la salud, debemos hablar de cómo el cambio climático está afectando ya a nuestra salud”, añade por su parte María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de las instituciones que han participado en el estudio.
El informe difundido este jueves también alerta de que el incremento de las temperaturas medias y las alteraciones en los patrones de lluvias debido a la crisis climática están “comenzando a revertir años de progreso en la lucha contra la inseguridad alimentaria”. Por ejemplo, la sequía y las temperaturas cálidas están afectando al potencial de rendimiento de los principales cultivos básicos del mundo. Ese rendimiento potencial cayó en 2020 un 6% en el caso del maíz y un 1,8% en el del arroz respecto a la media del periodo comprendido entre 1981 y 2010. Si se mira hacia el mar, la situación también puede ser complicada. Porque el aumento de la temperatura media de la superficie del mar que ya se está detectando supone una amenaza creciente para “la seguridad alimentaria marina”. “En todo el mundo, 3.300 millones de personas dependen de los alimentos marinos”, recuerda el informe. Por ello los investigadores apuntan a un “creciente riesgo de inseguridad alimentaria”.
“El cambio climático amenaza con revertir años de progreso en salud pública y desarrollo sostenible”, señala el estudio, que pone el foco en los “riesgos concurrentes e interconectados”. Es decir, a la coincidencia de fenómenos meteorológicos extremos, la transmisión de enfermedades infeccionas y la inseguridad alimentaria y falta de acceso al agua potable. Esta situación golpea especialmente a las zonas más vulnerables, apunta el estudio.
Pero, como señala Romanello, “no hay nadie a salvo” y los riesgos sobre la salud de la crisis climática no solo se centran en los países menos desarrollados. Por ejemplo, el análisis recuerda que en todo el planeta hay “569,6 millones de personas que viven a menos de cinco metros sobre el nivel actual del mar”, lo que supone que puedan ser víctimas de “inundaciones más grandes, tormentas más intensas y salinización del suelo y el agua” debido al calentamiento global. “Muchas de estas personas podrían verse obligadas a abandonar permanentemente esas áreas y emigrar tierra adentro”, añade el estudio.
La sexta edición de The Lancet Countdown llega en un momento en el que los países buscan la forma de salir de la crisis generada por la pandemia. “Muchos de los planes actuales de recuperación de la covid-19 no son compatibles con el Acuerdo de París y, por lo tanto, a largo plazo la salud se verá afectada”, recuerdan los autores de esta investigación. El estudio pone el foco, por ejemplo, en los combustibles fósiles, que siguen estando subvencionados a pesar de los efectos negativos que tienen sobre la salud y sobre el clima.