Canadá: «A los 6 años fui prisionero en una de las escuelas en las que murieron miles de niños»

«Cuando mirabas la carretera siempre esperabas ver a tus padres llegar para sacarte de aquí», cuenta Isadore Poorman mirando el camino que conduce a un antiguo internado para niños indígenas en Muskowekwan, Canadá.

BBC

Poorman es un sobreviviente de las escuelas residenciales de Canadá, una serie de colegios administrados por el gobierno, y operados mayormente por la Iglesia católica, que formaban parte de la política para lograr asimilar a los niños indígenas y destruir sus culturas e idiomas.

En ellos, los niños sufrían todo tipo de abusos. Se estima que unos 6.000 murieron mientras estaban en estos internados. Sus cuerpos rara vez regresaban a casa y muchos fueron enterrados en tumbas sin nombres. Hasta ahora unos 4.100 fueron identificados.

El hallazgo el pasado mes de mayo de los restos de 215 niños indígenas que fueron alumnos en otro internado en Kamloops, el más grande de país, provocó ola de indignación nacional.

Desde entonces, se han encontrado más tumbas anónimas, más de 1.100 hasta ahora, lo que ha desencadenado una especie de juicio nacional sobre el legado de escuelas residenciales de Canadá.

Los hallazgos han atraído la atención internacional sobre los abusos que sufrieron los niños en estas instituciones y, al mismo tiempo, está impulsando a los sobrevivientes de estas escuelas a hablar y contar lo que allí sufrieron.

«Sufrimos todos los niveles de abuso»

Isadore Poorman regresó con un equipo de la BBC al internado en el que estuvo en los 70 en Muskowekwan, administrado por la Iglesia.

Esta red de internados operó entre 1863 y 1998, cuando más de 150.000 niños indígenas fueron separados de sus familias.

«A los 6 años fui encerrado aquí. Fui prisionero aquí. Y cumplí mi tiempo», cuenta Poorman, con lágrimas en los ojos.

«Es duro volver al lugar donde abusaron de ti».

Los niños que pasaron por estas escuelas sufrieron todo tipo de abusos, físicos y emocionales.

«Te despertabas y lo primero que hacías era tu cama», recuerda Poorman en la que era la sala donde dormían en la ahora abandonada escuela. «Y teníamos que hacer la cama muy bien, como en el ejército, sin arrugas ni nada, si no nos pegaban».

También recuerda una noche en la que un niño empezó a llorar, y luego todos empezaron a llorar también. «Era un llanto desolador. Y por esa razón le golpearon, por hacernos llorar a los demás».

Isadore Poorman en la escuela de Muskowekwan.
Pie de foto,Isadore Poorman en el cuarto dondo dormía junto con otros alumnos en la escuela de Muskowekwan.

Para Geraldine Lee Shingoose, sobreviviente de otro de los internados, el abuso psicológico y mental que sufrió fue «muy traumatizante» para su autoestima e identidad.

«Eres una pecadora, eres una sucia india». Es lo que escuchó siendo niña durante los 9 años que estuvo internada.

Hoy en día Lee tiene sordera, por lo que tiene que usar aparatos para poder oír, debido a los golpes en la cabeza que recibía.

«Sufrimos todos los niveles de abuso».

Los niños se vieron obligados a abandonar sus idiomas nativos, hablar inglés o francés y convertirse al cristianismo.

«Entré (a la escuela) hablando saulteaux, y salí hablando solo inglés. No sé mi idioma», dice Lee.

«Nos mantuvimos callados, porque teníamos miedo»

Lee dice que durante muchos años guardó para sí lo que le había ocurrido en el internado.

«Nunca lo compartí con mis hijos o mi familia, ni siquiera mis hermanos», cuenta.

Es algo que se repite en otros sobrevivientes de este siniestro sistema de internados.

«Nunca hablamos de eso. Nos mantuvimos callados, porque teníamos miedo«, dice otro de ellos, Leonard Ermine. «Teníamos miedo de que si hablábamos, si volvíamos a la escuela, seríamos castigados por ello».

«Al menos ahora sabemos qué le ocurrió a los niños que nunca regresaron de las escuelas. Aquellos que no volvieron a casa», agrega en referencia a los hallazgos de las tumbas.

Por eso reconocen la importancia de contar sus historias.

Isadore Poorman frente al internado en el que estuvo.

«Animo a todos los sobrevivientes de los internados a contar su historia. Las historias son importantes», dice Poorman. «Si las perdemos, esto será olvidado».

«Hay historias aún que no han sido oídas y ahora es el momento. El mundo está observando», agrega, por su parte Lee.

Esperando las disculpas de la Iglesia

Los sobrevivientes aún esperan las disculpas de los líderes de la Iglesia por lo ocurrido en los internados.

La Iglesia católica fue responsable de operar hasta el 70% de los 130 internados, según la Sociedad de Sobrevivientes de Escuelas Residenciales de Indígenas.

«En 2016 escribí un mensaje al papa Francisco, pero nunca recibimos una respuesta», cuenta Lee.

Composición con la foto de Geraldine Lee Shingoose y de uno de los internados.
Geraldine Lee Shingoose

«Que la Iglesia siga sin pedir perdón, creo que es un crimen. Tienen que disculparse. Estoy hablando del Papa», dice Robert Joseph, embajador de la organización indígena Reconciliation Canada.

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, quien calificó los hallazgos de las tumbas como un «doloroso recordatorio» de un «capítulo vergonzoso de la historia de nuestro país», también instó en numerosas ocasiones a la Iglesia católica a «asumir la responsabilidad» de su papel en las escuelas residenciales indígenas.

«Como católico estoy muy decepcionado por la posición que ha tomado la Iglesia católica, ahora y en los años anteriores», dijo en una de sus intervenciones.

«No hay reconciliación sin verdad», dice Lee.

Y para eso es importante dar a conocer sus historias.

«Volver aquí, en cierta manera me cura», dice Poorman, desde el lugar en el que estuvo internado, en Muskowekwan. «Me levanta el ánimo saber que estoy aquí hablando de ello».

«Nos podemos ayudar, como sobrevivientes, cuidando unos de otros, preservando cosas como esta y no olvidando, es lo más importante, no olvidar lo que sucedió aquí. El genocidio que aquí ocurrió».

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