Para los involucrados en el proceso de educación especial en Venezuela, el reciente año escolar se manejó entre complicaciones, falta de personal especializado y poca atención por parte de las autoridades educativas sobre el particular. La carga prácticamente fue asumida por los padres que, con o sin experiencia, terminaron instruyendo a sus chamos.
Regiones. Para quienes tienen hijos en el sistema escolar de educación especial venezolano, las complicaciones se multiplicaron por 10 con respecto a sus pares del sistema regular. Fallas de conectividad y la ausencia de personal especializado se sumaron a los cambios psicológicos de sus hijos durante el encierro.
Representantes gremiales califican como negativo el período académico 2020-2021, y más aún en lo que se refiere a la educación especial, al señalar que la mayoría de los padres quedaron desamparados en un proceso en el cual no solo sus hijos eran orientados, sino que ellos recibían indicaciones de cómo continuar la enseñanza en casa.
En Aragua niños con discapacidad en edad escolar enfrentaron la tristeza de no ver a sus maestras y amigos
Juan Andrés es un preadolescente de 11 años que fue diagnosticado con trastorno de hiperactividad con déficit de atención (TDAH). Él tiene dificultades para prestar atención, concentrarse y suele ser excesivamente activo. Su mamá, la periodista Jackeline Durán, confiesa que la tarea de ayudarlo a veces le resulta estresante y agotadora, más aún desde que comenzó la pandemia de la COVID-19 y Juan Andrés ya no pudo asistir a la escuela especial donde cursa estudios.
¨Hace un mes estuvo muy ansioso y no rendía. Su terapeuta debió adicionar un medicamento a su tratamiento para calmarlo”, cuenta Durán.
Para Juan Andrés, lo que más le ha afectado del confinamiento por la pandemia es no poder socializar e interactuar con sus amigos y compañeros de colegio. Por ello, su mamá debe dedicarle más tiempo para lograr que cumpla con sus tareas, sobre todo aquellas que tienen que ver con la escritura y la lectura.
La distancia del plantel y una crisis de desempleo en medio de la pandemia obligó a Durán a retirar a Juan Andrés de la institución especializada y matricularlo en una escuela cercana a su casa. Aun así, desde febrero de este año, su hijo apenas pudo ver a la maestra una sola vez.
¨Ha sufrido mucho la soledad. Él imaginaba que las clases serían por video llamadas, pero las maestras no siempre tienen saldo en sus teléfonos”, explica la madre de Juan Andrés, quien está próximo a cursar sexto grado de educación especial primaria.
Esa disciplina lograda dentro del aula de clases, con la que el niño aprende a cumplir y respetar tiempos y espacios, la ha perdido Juan Andrés. Camina de un lado a otro y además no quiere salir de casa por miedo a contagiarse de COVID-19: “No quiero enfermar a mi mamá”
Frente a esto, Jackeline debe adaptarse a sus tiempos y eso le resta a ella la posibilidad inclusive de disfrutar de sus momentos personales.
¨Mis momentos son en la madrugada. Tomo café, leo. En el colegio había una rutina para él y para mí. Ya no”, dice Durán, sin resentimiento, porque por fortuna ha comprendido los procesos de Juan Andrés.
Pero otros niños con discapacidades tal vez no tienen la suerte de contar con padres pacientes, a dedicación exclusiva, con recursos tecnológicos o herramientas que les permitan ayudar desde casa y nutrir los procesos de aprendizaje que requieren.
Depresión y ansiedad en pandemia
¨Los niveles de ansiedad en niños y adolescentes han sido muy altos durante el encierro. Hemos atendido niños que no están hablando, los que se consideran hablantes tardíos, porque no han tenido la estimulación del colegio o de amigos que les permita desarrollar su lenguaje”, explica Rosangel Pérez, directora de Consolidarte, un centro privado de orientación educativa, terapéutica y familiar en Maracay.
Pérez también explica que entre los más de 80 niños y preadolescentes que suelen atender en la semana con todas las medidas de bioseguridad, han detectado un alto índice con episodios de ansiedad y de depresión, que resultan difíciles de atender y controlar por parte de los padres.
¨Todos los niños necesitan socializar y eso es lo que se ha visto afectado con más fuerza. Sin embargo, las mamás se han convertido en coterapeutas para ayudar en el progreso de sus hijos, sobre todo en el tema de adaptarse a las exigencias curriculares que no siempre son las que niños con discapacidad requieren y necesitan”, explica Pérez.
En Aragua, se calcula que existen alrededor de 20 instituciones dedicadas a la atención de niños, adolescentes y jóvenes con algún tipo de discapacidad. Y aunque muchas de ellas cuentan con equipos multidisciplinarios, a distancia el proceso de atención es prácticamente nulo y no acorde a sus necesidades.
La atención en pandemia a niños con discapacidad no es la adecuada
“Para nuestros alumnos con discapacidad ha sido un proceso difícil, tanto para ellos como para los docentes. La falta de interacción personal los desmotiva, al punto de que para el tercer lapso ya no quieren hacer uso de la plataforma y en las asesorías presenciales, algunos padres de quienes tienen un mayor nivel de discapacidad no han querido llevarlos porque es más difícil evitar que quieran abrazar a sus compañeros o hacer uso del tapaboca”.
La experiencia es de una docente de una institución educativa especial en Maracay, para quien la distancia y el encierro no logran motivar a estos niños y adolescentes, aun cuando la mayoría de los colegios han adaptado las clases y las evaluaciones según sus requerimientos.
Las escuelas e instituciones dedicadas a la atención de niños con discapacidad han quedado de lado en estos tiempos de pandemia. Si para las otras escuelas ha sido difícil afrontar la enseñanza a distancia, para aquellas que se dedican a la atención especial es más complicado.
“A los niños con discapacidad hay que abordarlos con las terapias, la atención personalizada y las recomendaciones que deben complementar para su desarrollo cognitivo y mental. Ahora, la atención no es la adecuada y no es efectiva”, señala el profesor Richard Rivas, presidente del Colegio de Profesores del estado Aragua.
Sin planes específicos se desarrolla la educación especial en Monagas
Dentro de los planes educativos a distancia, la educación especial en el estado Monagas quedó en un segundo plano.
En la entidad se trabaja con el mismo programa de estudio y planificación para cada uno de los estudiantes, sin tomar en cuenta las dificultades que pueda tener la población estudiantil con necesidades especiales, representantes aseguran que no se han tomado las medidas y orientaciones necesarias.
Elimar Martínez, representante y coordinadora de la campaña “Acéptame como soy”, destaca que además de la falta de planes que se amolden a la educación especial, también la carencia de herramientas ha dificultado la educación a distancia, sobre todo para los niños que tienen déficit de atención y dificultades de aprendizaje. Asimismo, subraya que no todas instituciones en el estado cuentan con especialistas para orientar a los padres.
¨En mi experiencia, al principio del año viví muchos momentos de crisis porque eran tantas las tareas asignadas que el niño las rechazaba cuando le decía que iba a hacer tareas. Tuve que llevarlo a un psicólogo por mi propia cuenta porque el colegio no cuenta con uno. A partir de ese momento comenzaron a hacerle una planificación diferente porque esa es la idea, que el niño cumpla con las asignaciones pero potenciando sus habilidades”, expresa Martínez.
El programa de educación especial en los planteles y servicios en Monagas cuenta con una población de 1655 niños y jóvenes. Aunque no hay cifras formales sobre la deserción o la cantidad de estudiantes que no han cumplido con las asignaciones, los docentes aseguran que la principal causa es la falta de teléfonos, computadoras y demás herramientas para el envío de las tareas.
¨En el salón de mi hijo son 15 niños y solamente cinco envían asignaciones constantemente, esto por supuesto se debe a que algunos padres no tienen teléfonos inteligentes porque en la educación a distancia se necesita estar en constante comunicación virtual con los docentes”, puntualiza Martínez.
En cuanto a la cantidad de estudiantes con condiciones especiales en la educación privada, la cifra en Monagas ronda los 2500 niños y jóvenes. Esta cifra no ha sido actualizada, pero los docentes aseguran que hay niños que han salido del país e incluso se han ido del estado.
Planes socioemocionales
En los programas de educación especial pública se han creado planes socioemocionales para orientar a los representantes en cuanto a los cambios de humor que puedan tener los niños por el contexto de la pandemia.
¨Hay niños que han presentado cambios en sus emociones por el encierro y todo lo que conlleva la pandemia y desde el programa de educación especial en los planteles y servicios para necesidades educativas especiales han creado estos planes para orientar a la familia”, detalla Martínez.
Además de la poca cantidad de especialistas para la atención de niños con necesidades especiales en Monagas, la coordinadora de la campaña Acéptame como soy, Elimar Martínez, hace un llamado a los representantes a estar atentos ante la educación de sus hijos, pues hay colegios que no están preparados para la atención a esta población.
Adaptarse a la escuela en casa fue complicado para padres en Guayana
La educación especial para niños y niñas con condiciones especiales, como síndrome de Down, implicó un esfuerzo junto con padres y representantes, y el apoyo docente, para lograr su proceso de adaptación. Elsy Mujica pasó por esa etapa —que todavía trabaja— con su hija Hanna.
¨La educación a distancia fue compleja para que pudiera entender que aunque no estuviese en un salón de clases, continuaba con la rutina de estudios. Lograr entender que aunque no estés en el espacio habitual del colegio, continúas el programa, todavía es complejo. Tanto es así que hemos tenido que recurrir a los apoyos de docentes que de alguna manera nos puedan asesorar de manera presencial”, comentó Mújica.
Como lo han tenido que enfrentar docentes, estudiantes y representantes en cualquier nivel, las fallas de internet son parte de los inconvenientes que se mantienen en la metodología de la educación a distancia en Venezuela. A la par de ellos, para Elsy y Hanna, también lo fue el establecer la rutina de estudios.
“Para la mayoría de los papás, independientemente de que los niños tengan o no una condición, el establecer una rutina en el hogar donde tengas que trasladar la parte pedagógica a la casa es el proceso más complejo. Nos costó un poco, pero ya gracias a Dios, estableciendo esos hábitos y haciéndolos constantes, fue lo que nos llevó a lograr esa adaptación”, afirmó.
En este proceso fue vital la constancia y hacerle visible a su hija la rutina diaria, las horas que debía cumplir con sus deberes y responsabilidades pedagógicas.
Elsy considera que una de las cosas más importantes para que el proceso de aprendizaje se dé es la socialización, y en el caso de los niños con condiciones especiales, aún más.
¨El tema de la educación presencial es básica, es necesaria, el niño con o sin condición necesita tener sus momentos de socialización, ese intercambio de valores que adquieren en el hogar y terminan de reforzar en la escuela”, sostuvo.
El proceso de Julián
Juan tiene 12 años, es invidente y presenta un grado leve de autismo. A pesar de su condición se ha adaptado a la educación virtual, aunque al principio no le gustó la idea de no ir su colegio, el Centro de Atención Integral para Ciegos y Deficientes Visuales Caroní (Caidv-Caroní). Pero también le gusta la tecnología; las computadoras y celulares captan su atención.
“Se ha adaptado en un proceso de negociación, es decir, hacemos tareas y te ganas algo de su interés. El problema han sido las herramientas para trabajar”, comentó su madre, Norvis Ortega.
Al no contar con todos los equipos necesarios para sus clases, la comunicación directa con la docente mediante llamadas ha sido fundamental. Para niños como Juan, el acompañamiento presencial es vital para enseñarle de manera práctica la escritura en el sistema braille, por ejemplo.
¨Hay que ofrecerles sus herramientas de trabajo como en el caso de mi hijo, que necesita una PC o laptop, caja aritmética, materiales como pega, foami, colores, entre otros”, agregó Ortega.
La educación especial también está en crisis en el Zulia
La falta de internet, teléfonos inteligentes, computadoras y fallas o racionamientos eléctricos en el Zulia, hicieron cuesta arriba el aprendizaje no solo de los niños y jóvenes del sistema regular de educación, sino también para la población estudiantil con condiciones especiales.
Marlene Hernández, presidente de la Federación Venezolana de Maestros Zulia, evalúa este periodo escolar como negativo. Su juicio lo hace con base en los reportes de la estructura sindical de maestros en el estado, quienes, aseguró, “si te tienen confianza te lo dicen: ‛el sistema a distancia es un verdadero fracaso’”, dijo.
En el caso de los niños con condiciones especiales, Hernández recalcó que la educación quedó reducida a “un proceso de tareísmo, donde se le entrega al alumno una serie infinita de preguntas para llevarla a casa y allí responderlas”. En primer término criticó que no existe la producción de aprendizaje porque los padres son los que abordan el exceso de actividades sin preparación para ello.
La principal deficiencia en el sistema de educación especial, asegura Hernández, es la falta de profesionales especializados y preparados para atender a estos niños, que requieren de una pedagogía, atención y psicología especial para su avance.
Carmen y Roberto son padres de una niña con retardo mental. Revelaron que para ellos el año escolar pasado fue peor que este.
¨Tener un hijo especial no es fácil, ahora lo comprendo mejor porque supe que el trabajo duro lo hacían en la escuela. Cuando comenzó la pandemia me iba a volver loca entre el teletrabajo y atenderla, no sabía cómo, no sabíamos qué hacer”, dijo la madre.
Sin embargo, este año se sienten más preparados y más conscientes de la educación de su hija. Para la profesora Hernández, los padres de niños especiales quedaron desamparados.
“Ellos también están afectados, les ha costado mucho educarlos en casa, porque cuando acudían a las instituciones especializadas, no solamente recibían atención los muchachos, sino los papás con apoyo emocional y psicológico, pero ahora no”, sostiene.
No hay maestros para los niños especiales
La presidenta de la federación hizo énfasis en la falta de capital humano capacitado para atender a los escolares especiales. Incluso mencionó que: “La educación especial no se saca de un cupón, no lo puede abordar cualquiera, hay que estar preparado pedagógicamente, no es algo que se puede tomar a la ligera, se tiene que estudiar”.
A su juicio, la inclusión de los niños con condiciones especiales en las escuelas regulares fue exitosa en España, pero aquí no.
“En Venezuela pasa al contrario, porque la mayoría de los maestros capacitados se han ido, entonces cualquiera termina haciéndose cargo de niños especiales para obedecer la política de estado de integración y al final se pasa por alto que este proceso se debe realizar con sabiduría y tacto, porque terminamos haciendo daño a los niños”, resaltó.
Para la psicopedagoga María Teresa Núñez, los aspectos psicológicos y de aprendizaje en los niños y jóvenes que cursan educación especial se están viendo seriamente afectados.
“No asistir de manera frecuente a las instituciones afecta la socialización, los hábitos y seguimientos de las actividades académicas; si bien hay padres y representantes que son responsables e interesados en esos aspectos, hay otros que por falta de conocimiento no le dan la debida importancia, por eso el involucrarse desde el punto de vista educativo es importante”, dijo.
Una experiencia personal
José Medrano tiene cuatro años como maestro de aula, y ha vivido en carne propia lo que significa atender un niño especial sin estar preparado. El docente, quien además padece una discapacidad motora en la parte inferior de su cuerpo, reconoció que se ha valido de múltiples herramientas para que los padres lleven de la mejor manera la educación de sus hijos en casa.
¨La mayor dificultad es la evaluación, porque no es igual tenerlos en el aula que en la casa y he tenido que ser flexible en eso. Hay representantes que tienen orientación médica y psicológica que los ayuda un poco a entender la situación de su hijo, pero hay otros que no pueden, se agotan, pierden la paciencia porque el niño no rinde igual o no quiere hacer las actividades”, reconoció.
Actualmente, el maestro tiene a su cargo cuatro niños con dificultad de aprendizaje (autismo y síndrome de Down) desde que iniciaron las clases a distancia por la propagación del COVID-19 en Venezuela.
“Reconozco que no soy especialista, pero me apoyo en el informe médico que le pedimos a los padres para, en conjunto con la psicopedagoga y la psicóloga del colegio, aplicar la mejor pedagogía para ese niño con trabajos sencillos y teniendo en cuenta sus habilidades y gustos. Si le gusta recortar, si pintan una hoja, leen, escriben una oración, eso se evalúa. No como a los otros niños que les exijo las actividades tal y como son”, reconoció Medrano, quien explicó que trabaja bajo el método constructivista que “se refiere a crear, participar, motivar e innovar”.
Gremialistas sostuvieron que a la educación especial venezolana hay que prestarle mayor atención porque en la actualidad ha quedado más relegada que nunca.