Alimentación deficiente: 35 % de los profesores universitarios come menos de tres veces al día

Fuente: El Diario

Una encuesta realizada por el Observatorio de Universidades reveló que 88 % de los profesores y 95% de los estudiantes de instituciones de educación superior no se han vacunado contra el covid-19.


(13-10-2021). El Observatorio de Universidades (OBU) publicó un informe en el que revela las condiciones de vida de la población universitaria de 64 casas de estudio, públicas y privadas, de toda Venezuela.

El estudio mostró que 13 % de los 1.815 docentes y 17 % de los estudiantes de pregrado y postgrado consultados afirmaron haber padecido covid-19 desde que inició la pandemia en el país. Esto a su vez contrasta con el porcentaje de pruebas de detección realizado entre ambos grupos debido a que 78% y 79% de ellos aseguraron que nunca se efectuó un diagnóstico.

Entre las razones que argumentaron resaltan el alto costo de las mismas y la escasa disponibilidad en los centros de salud públicos.

“El acceso al diagnóstico mediante estas pruebas es deficiente, sea por su alto costo o por la poca disponibilidad en los centros de carácter público”, concluye el estudio.

A través de su investigación descubrieron también que entre aquellos que manifestaron haber padecido covid-19, al menos 40 % de ellos, no se realizaron pruebas que certificaran su diagnóstico positivo.

Por esta razón, infieren que en el país existe un subregistro de los casos de covid-19, es decir que el número total de contagios ha sido superior al reportado por las autoridades sanitarias.

Con respecto a la vacunación, el OBU encontró que 88 % de los profesores universitarios y 95 % de los estudiantes aún no han sido inmunizados contra el virus pese a que las jornadas de vacunación en el país iniciaron el pasado 8 de febrero.

Esta situación se contrapone con los exhortos realizados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en los que ha pedido que se priorice la vacunación en el sector educativo.

La encuesta reveló también que además del impacto en materia de salud causado por la pandemia, la crisis económica ha ocasionado que tanto los docentes como los estudiantes hayan tenido que disminuir la frecuencia con la que se realizan revisiones médicas.

En este sentido, se calculó que 43 % de los docentes tiene entre 1 y 3 años que no se realizan exámenes médicos de rutina. La cifra aumenta de forma significativa en el caso de las mujeres ya que el porcentaje se eleva a 74%. Mientras que 50 % de los estudiantes indicó que tienen la misma cantidad de años sin revisión médica.

“Respecto a los tratamientos médicos, al 93 % de los profesores se les dificulta adquirir los medicamentos; de ellos 19 % nunca lo consigue y 73 % a veces. Esta situación es igualmente alarmante en la población estudiantil debido a que 73 % no los puede adquirir con frecuencia”, refleja el estudio.

Otra consecuencia de la crisis económica y humanitaria que se vive en el país es que ante la falta de recursos para poder tener acceso a la salud, los profesores han tenido que recurrir a contribuciones familiares (49%) y vender o intercambiar bienes personales (59 %) para poder pagar su atención médica. Por su parte, 44 % de los estudiantes han tenido que recurrir a estas alternativas.

Alimentación

Como parte de la emergencia humanitaria compleja que existe en Venezuela, el estudio llevado a cabo por el OBU descubrió que el número de comidas diarias se ha visto reducido ante la falta de recursos de los docentes y estudiantes.

Esto puede apreciarse al observar que 33 % de los profesores consultados en la encuesta aseguró que realizan menos de tres comidas diarias. De acuerdo con los datos recabados, la región nororiental es una de las más afectadas por esta realidad pues 48 % de los docentes ingiere menos de la cantidad mínima de raciones alimenticias.

“Al indagar sobre la percepción que tienen sobre su alimentación en relación con el año anterior, encontramos que 50 % de los profesores y 21 % de los estudiantes consideran que su alimentación ha sido peor y 45 % de los primeros y 64 % de los segundos la considera igual”, refiere el informe.

La encuesta plantea que ante la compleja situación alimentaria que enfrentan, 29 % de los docentes ha tenido que reducir las porciones de alimentos que consumen de forma constante, mientras que 57 % ha empleado esta estrategia en algunas oportunidades durante el último año.

Esta forma de actuar no se limita solamente al ámbito de la educación pública, donde esta práctica es empleada por 89 % del personal docente, sino también en instituciones privadas donde 72 % se ven obligados a comer menos cantidad de alimentos.

“Para la población estudiantil es también cotidiana la reducción de porciones, un 11 % lo hace siempre y 59 % a veces”, continúa el texto.

La investigación desarrollada por el OBU también ahonda en la dieta tanto de los docentes como de los estudiantes. Gracias a esto se pudo evidenciar que estos no cumplen con la ingesta calórica recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Un ejemplo de esto es que dichos organismos recomiendan el consumo de proteína animal de dos a tres veces por semana. Sin embargo, la encuesta reveló que menos de la mitad de los consultados cubren esta expectativa.

“Si no hay un aporte proteico adecuado, la salud se ve afectada por la pérdida de masa muscular, riesgo de anemia e incremento del riesgo de fallo orgánico, entre otros”, alerta el informe.

Lo opuesto ocurre en el caso de los carbohidratos, los cuales constituyen uno de los elementos principales de la dieta de los docentes y estudiantes, ya que lo consumen en promedio 50 % y 68 % de forma diaria respectivamente.

Esto tiene como consecuencia un aumento en la probabilidad de padecer obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes, colesterol alto, e incluso cáncer.

Desde el Observatorio de Universidades concluyen que todos estos factores reflejan cómo la situación humanitaria que vive Venezuela se ha visto reflejada negativamente en las instituciones de educación superior. A esto se suma a su vez las secuelas generadas por la pandemia de covid-19, la cual ha profundizado los riesgos y vulnerabilidades de los docentes y estudiantes.

“Las condiciones preexistentes de inseguridad alimentaria provocadas por la emergencia humanitaria compleja se agravaron en la pandemia. En Venezuela, 3 de cada 10 profesores hacen menos de tres comidas al día y al igual que los estudiantes se alimentan con una dieta poco variada, rica en carbohidratos y grasas pero pobres en proteína”, concluyen. 

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